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PSICOLOGÍA SOCIAL CLÍNICA

PSC

 

Carlos Sica

Estimo necesario algunas consideraciones generales, previas al desarrollo del tema enunciado.

 

El amplio espectro temático y la variedad de ámbitos de aplicación de la psicología social son, "su suerte y su desgracia".

Esta última, porque como hemos visto en los últimos años esa variedad y amplitud a la que me refiero, dificulta la delimitación suficiente de su objeto de conocimiento, requisito indispensable, entre otros, para considerar ciencia a cualquier disciplina, y del mismo modo para delimitar sus incumbencias.

 

Por ello pienso que resultaría más operativo referirnos a una Psicología Social General (PSG) y a una Psicología Social Aplicada (PSA) esta última como un conjunto de conocimientos siempre abierto y en desarrollo, desde una praxis, que retroalimenta a la primera en un proceso de continuidad dialéctica.

 

Psicología Social Aplicada, ¿a qué y cómo?

 

En función de la naturaleza de los sujetos de la intervención psicosocial; "normales", neuróticos con distintos grados de perturbaciones de la conducta, psicóticos. Adultos, niños o adolescentes. Individuos, grupos, instituciones o comunidad.

Y en función de la naturaleza del objetivo a alcanzar (la tarea): diagnóstico, asistencia, formación, intervención en instituciones o empresas, Intervención comunitaria, intervención en un ambiente natural; que a su vez ubicaremos en: Prevención primaria, secundaria y terciaria.

 

Ingresaré a continuación a un terreno álgido y polémico, el que le da título al presente escrito: Psicología Social Clínica.

He intentado fundamentar (y volveré sobre ello) la necesidad de escindir primero, la Psicología Social General de la Psicología Social Aplicada, para integrarlas después. Esa disociación que pretende ser de carácter instrumental, nos permite como vimos, definir con más claridad los objetivos de la tarea y los ámbitos de aplicación.

 

Sostengo que cuando la psicología social es aplicada al campo de la asistencia, debemos hablar de una psicología social clínica, renunciando a sabiendas que en realidad la psicología social, cuyo marco referencial es la salud mental (esta era la propuesta de E. Pichon Rivière) es simultáneamente  psicología social clínica. En este sentido estoy parafraseando a Freud cuando dice: "... por lo tanto la psicología individual es simultáneamente psicología social", sin embargo no desarrolló suficientemente esa concepción, tal vez porque necesitó aplicar sus investigaciones y su práctica acentuando o focalizando lo intra subjetivo.

 

Considero que el hecho de subdividir la psicología social en; Psicología Social Diagnóstica -análisis psicosocial-, Psicología Social Clínica -asistencia-, Psicología Social Pedagógica -formación-, Psicología Social Institucional -instituciones- Psicología Social Comunitaria -comunidad-Psicología Social Natural -vida cotidiana-, nos permitirá bajar el monto de ansiedades que despierta la amplitud y la sensación de inabarcabilidad de la Psicología Social General.

Siempre y cuando estas "especialidades" no se conviertan en compartimientos estancos, sino por el contrario contribuyan como dije anteriormente a la retroalimentación de la PSG

 

Ventajas de la caracterización propuesta:

 

El carácter polémico y confusional que se ha despertado en los últimos años entre los psicólogos sociales se debe tal vez, al hecho implícito de que unos quieran "arrastrar" a otros, hacia el campo elegido. Esto ha provocado desencuentros, malos entendidos y una  controversia estéril, que se convierte en un verdadero obstáculo para el desarrollo y crecimiento de la psicología social, ya que ésta se nutre obviamente, de las actividades (investigación, práctica, docencia, etcétera.) que llevamos a cabo los psicólogos sociales en cualesquiera de los campos en los que incursionamos y que por supuesto, no son excluyentes entre sí.

 

Referido a los malos entendidos, algunos ejemplos:

 

Los psicólogos sociales que se desenvuelven en la P.S. Pedagógica entre cuyas técnicas operativas se destaca la privilegiada, el Grupo Operativo (G.O.) han generado el siguiente malentendido: Psicólogo Social sinónimo de Coordinador de Grupos Operativos. Esto ha propiciado la fantasía que podemos observar a través de la circulación de un dicho gracioso y patético a la vez, "El psicólogo social cree que detrás de toda puerta cerrada, hay un grupo esperando que él lo coordine" cuando sabemos que la función y el rol del psicólogo social trasciende la mera utilización de esa técnica, que aunque privilegiada no es la única, por lo que podemos reformular ese dicho de la siguiente manera: "Detrás de toda puerta cerrada puede haber sujetos que necesiten con mayor o menor grado de urgencia, que un psicólogo social implemente un DISPOSITIVO, que facilite o ayude, con técnicas pertinentes, a que esos sujetos resuelvan operativamente sus dificultades, apropiándose del aprendizaje emergente".

En este sentido la utilización o no de la técnica de G.O. resulta anecdótica.

 

En otras ocasiones asistimos durante la formación del psicólogo social a mensajes contradictorios o lo que es peor, paradojales: el docente a cargo desarrolla un teórico referido a la salud o enfermedad mental, a las perturbaciones de la conducta del sujeto, etcétera y remata su discurso con un ". bueno, ¡pero ojo! que de esto ustedes no se pueden ocupar" Sabemos que el mensaje paradojal produce paralización y que la contradicción cuando no es trabajada, confusión y detenimiento del aprendizaje. Esta actitud no habilitante cercena cuanto menos la posibilidad de analizar y definir los grados de responsabilidad del estudiante en su formación y especialización, en delimitar la incumbencia que sí le permitirá operar, en reflexionar sobre la ética profesional, en estar inmerso en una formación continua, en la necesidad de contar con un espacio psicoterapéutico que favorezca su autoconocimiento y por último, valorizar la supervisión.

 

En el otro extremo muchos psicólogos sociales que actúan en el campo de la asistencia sobrestiman su función, generando el malentendido de la desvalorización de aquellos que trabajan en la formación y a la vez aunque resulte paradójico, su propia desvalorización, sufriendo un cierto sentimiento de transgresión y culpa, optando por no “agitar las aguas” es decir, manteniendo oculta su ocupación.

 

La cristalización de este casi enfrentamiento, por suerte ha sido rota por colegas que con valentía y convicción se han expuesto y han expuesto su práctica en asistencia. Han aportado casos para su análisis y han fundamentado su práctica desde el marco conceptual de la Psicología Social.

Lamentablemente hasta ahora prima más el silencio y el empobrecedor enfoque de una supuesta legalidad o no, que un constructivo análisis crítico, centrado en la conceptualización y la necesidad de la población.

Es mi necesidad y mi deseo que el presente trabajo (de pensamientos en voz alta) pueda contribuir en algo para superar la falsa antinomia.

 

FUNDAMENTOS PARA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL CLÍNICA

 

Me permito hipotetizar lo siguiente:

 

Tal vez Pichon Rivière dolido por su “ruptura” con el psicoanálisis y la psicología tradicional, hizo sus buenos esfuerzos en tratar de aportarles sus desarrollos conceptuales desde la Psicología Social que postulaba, apostando seguramente a que esos aportes provocarían un necesitado cambio, con el consiguiente logro de un enfoque más dinámico y menos dogmático.

Tal vez por eso trató de adosar el producto de su hacer, sentir y pensar, a esa psicología ya existente. Después de su muerte y al correr de los años, los hechos demostraron que a pesar de no poder negar sus invalorables aportes, poco pudieron tomar de ellos.

 

Me atrevo a conjeturar que de no haber apostado en esa dirección, hubiese él postulado la Psicología Social Clínica (PSC).

Por eso creo que la fundamentación de la PSC y cierta distorsión del enfoque actual de la psicología social, quedan expuestos negro sobre blanco con sólo re-leer a Pichon.

 

Me encuentro, después de largos años de trabajo en el campo de la Psicología Social, de haber luchado y resistido junto a colegas, a cuestionamientos de ciertos y reducidos sectores de la Psicología, cuestionamientos sin base ni fundamento, sólo el desprendido de un poder hegemónico y burócrata que jamás se ha detenido en el análisis crítico de nuestro marco conceptual y técnico, algo que les hubiésemos agradecido, sino sólo en el mero marco formal de una supuesta legalidad, que no es otra “legalidad” que aquella que está al servicio de intereses monopólicos, opresivos y represivos.

 

Después de largos años asistiendo desde la psicología social al sufrimiento humano, a través de dispositivos psicosociales comunitarios, después de haber comprobado a lo largo de más de cuarenta años, la eficacia instrumental y operativa de nuestro modelo teórico-técnico y sobre todo al prestar atención a los emergentes históricos y actuales, en temas de comunicación disfuncional, violencia, adicciones, desesperanza, despersonalización y más; advierto firmemente la necesidad de crear un modelo teórico, que alcanzará el rango de científico, cuando pueda delimitar suficientemente su objeto de conocimiento.

Aunque si para alcanzar el rango de ciencia, la PSC, desde una pretendida asepsia, debiera despojarse de los “peligros” de la impregnación ideológica, en cuanto a la significación de las conductas que se caracterizan como válidas, será mejor que no lo alcance nunca.

 

Más allá de ese logro o no, la urgencia que demanda la sociopatología actual, implica la aceptación del desafío de asumir esa problemática desde la Psicología Social, con una metodología adecuada para un modelo teórico que bien podríamos dar en llamar: Psicología Social Clínica.

 

EL ECRO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL CLÍNICA

 

La PSC tiene su basamento en el vínculo, ya que entendemos al vínculo como la unidad fenoménica psíquica mínima, dinámica y significativa.

Sugiero al lector remitirse a la Teoría del Vínculo (1)

Ya que con ella P. Rivière logra un salto cualitativo de una teoría psicoanalítica predominantemente intra psíquica a una psicología social que considera al individuo como una resultante dinámico-mecanicista no de la acción de los instintos y de los objetos internalizados, sino del interjuego establecido entre el sujeto y los objetos internos y externos, en una predominante relación de interacción dialéctica, la cual se expresa a través de determinadas conductas.

 

El vínculo, si bien es una relación bicorporal, comporta siempre una red multipersonal implícita.(2)

 

Conducta, como aspecto fenoménico de lo vincular, manifestada en una triple expresión indisociable; las áreas 1 (mente) 2 (cuerpo) 3 (mundo exterior).

 

La concepción de Sujeto caracterizada por P. Rivière, como sujeto a necesidades que sólo podrá satisfacer en relación con otro.

Su aproximación al Hombre concibiéndolo en una sola dimensión, la humana.

 

Lo humano como la personificación de lo social de acuerdo a leyes específicas.(3)

 

El concepto de situación, es decir el abordaje no del Hombre genérico, sino del hombre en sus condiciones concretas de existencia.

 

La teoría de las 3D (depositario, depositante, depositado). La Teoría de la Enfermedad Única, Roles, Comunicación, Aprendizaje entre otros, son los ejes temáticos pichonianos que por razones obvias no se incluyen en el presente trabajo.

 

EPISTEMOLOGÍA CONVERGENTE

 

La PSC reconoce los aportes de la ciencia y el arte, para la comprensión de la conducta humana.

 

De la Teoría Psicoanalítica (Freud y otros).

De la Gestalt (Perls y otros).

De la Teoría de la Comunicación Humana (Watzlawick, Bateson y otros).

De la Teoría de la Psicoterapia Breve (Bellak, Small, Erikson, Haley y otros).

De la Teoría Temporal del Psiquismo (Moffatt).

De la Creatividad y el Juego (Winnicott, Moccio y otros).

Del Psicodrama, la Filosofía, la Antropología, la Sociología, el Existencialismo, el Pensamiento Dialéctico, la Filosofía Zen, el Teatro espontáneo, el Cine, la Literatura, el Arte en general y la Vida Cotidiana (la calle).

 

SUBJETIVIDAD COLECTIVA E IMAGINARIO SOCIAL

 

Nos hallamos ante la presencia de múltiples estímulos que configuran una constante, sistemática y progresiva subjetividad social o colectiva de carácter particular y definido.

 

¿Cómo analizamos la subjetividad social?

 

Podríamos plantear con la cautela de no caer en reduccionismos, que la Psicología Social Argentina nace a través de E. Pichon Rivière, para y desde un análisis crítico de la vida cotidiana, (para operar luego). En este sentido cabe señalar los valiosos aportes realizados por Ana P. de Quiroga, Alfredo Moffatt y otros discípulos de Pichon que continuaron y consolidaron dicho enfoque.

 

El “antivirus” que debe permanecer activo para evitar la infección del “sistema” social, se denomina desnaturalización, pues todas las acciones provenientes de un poder organizado, hegemónico, central y a la vez globalizante, se presentan disfrazadas de un carácter natural. Parece natural que ante la creciente violencia urbana y suburbana, todo semejante sea un potencial agresor, que el trabajador, perdidas sus conquistas sociales invierta 10-12 horas diarias de su vida, y a veces más, para obtener el magro sueldo que a pesar de dejarlo con sus necesidades básicas insatisfechas, deberá cuidar, ante la amenaza constante del desempleo que también se presenta natural ya que, “... en todo el mundo es así”.

 

Podríamos completar páginas y páginas con este tipo de análisis, pero no es el objeto que nos ocupa en esta ocasión.

 

Intento desarrollar en el presente trabajo, un boceto (si lo conceptúo desde el arte), un anteproyecto (desde la arquitectura), un borrador (desde la literatura), de una metodología científica, que desde una epistemología convergente, se ocupe de los problemas actuales en salud mental.

Permitirnos  pensar un modelo teórico y una metodología que analice esos  problemas  y contribuya a aportar soluciones.

 

Es para ello que tomo como punto de partida la necesidad de la realización de un constante análisis crítico de la vida cotidiana, de los aspectos, tendencias y acciones que devienen en la configuración de la subjetividad individual y social.

A mi entender, es allí donde podremos encontrar la génesis de las psicopatologías actuales, a las que prefiero denominar sociopatologías.

Debiéndose realizar estos análisis no sólo en los grupos de “elite” o intelectuales, sino en una extendida horizontalidad que abarque a los distintos estratos de la sociedad.

El país entero debería constituirse en algo así como una gran “escuela” de psicología social (tal vez sea ésta la idea a la que apuntaba Pichon), una amplia red de dispositivos que permita a los sujetos revisar sus vínculos internos y externos, sus conductas, es decir sus modos de comunicación y de relacionarse para caminar hacia una adaptación activa a la realidad, intentando (luego de ese análisis crítico, de la desnaturalización de lo que se ofrece, como lo que simplemente es) un cambio de esa realidad en pos de la satisfacción de sus necesidades, cambio en el mundo exterior, que como es sabido deberá comenzar con un cambio en el mundo interior, en una espiral dialéctica continua, que llamamos aprendizaje.

Dice Pichon: “La enfermedad mental es la lectura distorsionada de la realidad”. "El detenimiento de los aprendizajes"

 

¿Por qué sostenemos que en la subjetividad social yace la génesis de la sociopatología?

 

Trataré de demostrar que la teoría psicoanalítica, en cuanto a los instintos y otros conceptos para explicar la naturaleza humana, no sirven o por lo menos son insuficientes para analizar la sociopatología.

 

Citaré a Erich Fromm (4) “... Freud explica la estructura instintiva por las experiencias, es decir, por los influjos externos que obran sobre el individuo. Pero esta afirmación debe limitarse mucho. En realidad sólo acierta cuando sirve para explicar diferencias individuales en la estructura instintiva de las personas que Freud observó en su consulta o en otra parte”.

Fromm considera que Freud no se interesaba por las diferencias individuales de sus pacientes, sino más bien pensaba en los rasgos psíquicos comunes a todos ellos, abandonando en realidad el principio explicativo histórico, es decir social, para ver en estos rasgos comunes la “naturaleza del Hombre”, tal como está constituida psíquica, fisiológica y anatómicamente.

 

Freud tomaba las características de una sociedad burguesa, como la característica de una sociedad de hombres normales, dice de Freud, Fromm  “... el carácter burgués era para él en lo esencial idéntico a la naturaleza humana”   “... Freud ve en el hombre en primer lugar, su narcisismo, es decir, considera que el hombre está fundamentalmente aislado de sus semejantes y de quienes le son extraños. Ni siquiera se pregunta por la proporción social de este fenómeno; supone que este hombre enajenado, según él lo encuentra en la sociedad, es consecuencia necesaria de la naturaleza humana”.

 

Fromm hace un análisis pormenorizado de los enfoques freudianos, que no puedo por razones de espacio volcar aquí, pero que demuestran lo fallido de esos enfoques, para la comprensión psicológica de los fenómenos sociales, al considerar la naturaleza del hombre como algo

permanente, debido a condiciones biológicas reales, negando por completo los determinantes orígenes sociales de los fenómenos en estudio.

Sintetiza la desviación de la teoría freudiana en tres puntos:

a) El supuesto de que el carácter burgués representa en lo esencial los rasgos básicos de la naturaleza humana.

b) La estimación del papel de la familia.

c) La teoría de la libido.

 

Realiza una revisión del complejo de Edipo, del narcisismo primario, de la psicología de la mujer y de la teoría de los instintos. (5)

 

La síntesis de lo que expresa Fromm en cuanto a la revisión de la estimación del papel de la familia es que, lo que el niño siente en la familia refleja lo social; y la familia no es la “causa” de la formación de carácter, sino el mecanismo transmisor de los rasgos sociales al individuo. Es decir, la familia es la instancia psicológica de la sociedad.

 

Sintetizo lo expuesto (ya que no me puedo extender) en un concepto expresado por A. Moffatt: “ Hoy, la sociedad está más enferma que el individuo”.

 

Por tanto concluyo, si hablamos de sociopatologías tendremos que hablar de socioterapias, es hacia allí donde se encamina la Psicología Social Clínica.

 

Para ello será necesario trabajar en los siguientes niveles de teorización y práctica:

 

a) El desarrollo de un modelo teórico-científico y una metodología apropiada al mismo.

b) La identificación y segmentación por clases o grupos sociales en los que se subdividirán los sujetos de la corrección.

c) El despliegue de técnicas de análisis psicosociales para la fase diagnóstica (Psicología Social Diagnóstica)

d) La implementación de dispositivos para una práctica de la PSC en lo individual, grupal e institucional-comunitario.

e) Una metodología derivada de los puntos anteriores que permita establecer los criterios de cientificidad necesarios.

 

En cuanto al primer punto considero necesario señalar que el modelo teórico deberá contemplar al fenómeno: Grupal-Grupal (integración del Sujeto en grupos pequeños o amplios) como así también al fenómeno: Individual-Grupal (el Sujeto y su grupo interno).

También considerar la posibilidad de delinear algo así como un “aparato psíquico social”, al menos referido a lo grupal, desde donde poder analizar las situaciones emergentes desde un “Nosotros” y no sólo desde el lugar del “Yo”.

Para poder hacer, por ejemplo, el siguiente desarrollo: Si el “nosotros” de la sociedad deposita en el área 2 (cuerpo) el conflicto, y entendiendo que el cuerpo social está compuesto por familias (se considera a la familia como célula básica de la sociedad) será la familia el emergente enfermo, aunque sabemos, también portavoz en este caso de la enfermedad social.

Por carácter transitivo: Si el “nosotros” de una familia pone el conflicto en el área 2 (cuerpo) será uno de sus “miembros” (recordemos a Anzieu (6) y su hipótesis sobre la fantasía inconsciente de “descuartizamiento”) un integrante de esa familia es quien emergerá como enfermo y a la vez portavoz de la enfermedad familiar.

Siguiendo esta línea de hipótesis, también podemos conjeturar qué tipo de órgano es el que ha enfermado en ese cuerpo; enfermedad de la “cabeza”, el padre; enfermedad del “corazón”, la madre; enfermedad del “brazo derecho”, el hijo mayor, etcétera.

 

Si hacemos el recorrido inverso partiendo del Yo del sujeto como portavoz de la enfermedad del Nosotros de la familia, y de ésta como portavoz de la enfermedad del Nosotros de la sociedad, se confirma lo expresado por Moffatt: “Hoy, la sociedad está más enferma que el individuo”. Así mismo deseo aclarar el concepto de: Individual-Grupal, es decir la relación bicorporal entre asistente y asistido, pero grupal en cuanto nuestra lectura será siempre realizada hacia el sujeto y su grupo interno que estará siempre presente y activo en la relación vincular-asistencial, del mismo modo que el cuerpo está presente y activo cuando el médico revisa u opera sobre el órgano herido.

 

Resumiendo, planteo que toda psicología social es psicología social clínica y se desarrolla en el marco de la salud mental, no obstante resulta operativo referirnos a una  psicología social general y a una psicología social aplicada, que se desprende de la primera y la retroalimenta desde la praxis.

La operatividad resulta de la posibilidad de delimitar suficientemente al objeto de conocimiento, en cada especialidad: Psicología Social Diagnóstica (Análisis psicosocial), Psicología Social Clínica (Asistencia), Psicología Social Pedagógica (Formación). Psicología Social Institucional (instituciones y empresas), Psicología Social Comunitaria (comunidad), Psicología Social Natural (vida cotidiana), a través de esta última rescatamos a aquellos psicólogos sociales que profesionalmente no ejercen en las otras áreas, pero sí espontánea y naturalmente con quienes se relacionan cotidianamente.

 

En síntesis, esbocé algunos lineamientos para la construcción de un modelo teórico y una metodología apropiada al mismo, a través de dispositivos psicosociales.

 

Como dijera al comienzo, esto sólo ha sido un anteproyecto, que deseo se enriquezca con el aporte de colegas, para que el producto final devenga en una praxis que contribuya al alivio del sufrimiento humano y al aprendizaje de una adaptación activa a la realidad.

 

Ponencia presentada en Congreso de Psicología Social

Organizado por APSRA Asociación de Psicólogos Sociales de la República Argentina

 

Bibliografía:

 

(1) Teoría del Vínculo, Enrique Pichon Rivière. Nueva Visión.

(2) El grupo, sostén y determinante del psiquismo, Ana P. de Quiroga

     Temas grupales por autores argentinos, Ediciones Cinco,

(3) Psicología de la Liberación, A. y N. Caparrós. Madrid. Fundamentos.

(4) Espíritu y sociedad, Erich Fromm. Paidós Studio.

(5) Idem.

(6) El Grupo y el Inconsciente, Didier Anzieu. Biblioteca Nueva.

(7) Terapia de Crisis (Teoría temporal del psiquismo), Alfredo Moffatt. Ediciones Búsqueda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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CARLOS SICA

 

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